En la costa oeste hay otros pueblos fantasma pero en la ruta 66 y entre Santa Mónica y el Gran Cañón tenemos éste. Es un antiguo pueblo minero fundado en 1881 que tuvo cerca de 3.500 habitantes y unas 500 minas. Fue abandonado cuando comenzó a bajar el precio de la plata y ya se hacía inviable trabajar las minas.
En 1951 lo reconstruyeron y lo conservaron como lugar turístico.
De los 30 edificios que tiene, solo 5 son originales, el resto están reconstruidos, de ahí que muchos digan que es una «turistada» pero oye, si tienes tiempo, es una «turistada» en la que podrás por lo menos divertiros haciendo fotos e imaginando cómo vivían en esos lugares perdidos de la mano.
La visita es por libre y tiene tiendas y restaurantes abiertos al público.